Este vikingo es una pieza de
hace unos 25 años, que salían en los huevos Kinder, y que por avatares de la
vida, en vez de acabar en la basura, acabó en mis manos… y con una apuesta
ganada “eso no sirve ni para estar pintado”. Era una época en la que todavía no
existía el internet que conocemos ahora, por lo que los trabajos que hacíamos
eran más por intuición y adquirir revistas, que por los conocimientos que
pudiésemos obtener por internet hoy en día.
Este vikingo es el resultado de
una serie de atrevidas iniciativas para romper el sistema de pintado
tradicional. Un color carne con luces muy débiles y una ropa roja con luces
exageradas. Creo recordar que todo era uniforme y las luces eran poco
atrevidas, más bien ligeras, ya que la forma de pintar que existía en la época
era que la luz natural era la que debía conferir las luces a las miniaturas. Y
es la forma con la que se empieza a dar uno cuenta que una cosa débil y otra
exagerada, la cosa no combina bien.
También como comentario es una
miniatura pintad con dos tipos de colores, el color carne con esmalte de
Humbrol, con luces aclarando el color base con blanco, que era casi en
exclusiva lo que había, y los pantalones con uno de los pocos botes de acrílica
que cayeron en mis manos y era toda una experimentación el usarla, aclarando
con blanco y oscureciendo con negro, aunque sabía perfectamente que no se podía
hacer eso, pero era lo único en acrílicas que tenía a mano.
Este tipo de miniaturas, con
poco valor, tanto económico, como de calidad, son perfectas para ir probando
técnicas y comprobar si el límite mental autoimpuesto es real o ficticio.
Pero sigo guardándola para
recordar que es lo que no debo hacer.
Porque es una de las figuras de
mi colección, esté bien o mal pintada, le tenga más o menos cariño, y por eso
la pongo aquí.
Saludos.
Salva Rosselló
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