La limpieza propia del pincel,
como hacerlo y como conservarlo, ya lo explicaré en breve, con algo más de
tiempo que hoy.
Lo que sí que haré es explicar
como he realizado una herramienta rápida y fácil de hacer, muy necesaria, y que
llevo demasiados años sin hacerla. La almohadilla de limpieza de pinceles.
El motivo de hacerla es que en
estos momentos estoy usando una pintura muy pastosa que hace grumos al salir
del bote, por lo que tengo que diluirla bastante y, aun así, los grumos se
meten entre las cerdas del pincel que es un contento, estropeando el pincel.
Esta herramienta ya me
explicaron que debía hacerla para cuando usase pinturas acrílicas y acuarelas,
en especial lanolinas, para evitar que la pintura se seque entre las cerdas y estropee
demasiado pronto los pinceles (Uff!!, de esto ya hace 32 años, cuando estaba en
La Massana… anda que no ha llovido ni ná!!).
Este limpiador de pinceles, creo
que ya lo habréis visto muchas veces por internet, incluso por gente que lo
construye sin tener ni idea del porque, sólo porque otro lo ha hecho.
Cuando pintamos, no debemos
llenar de pintura todo el pelo del pincel, sino sólo la punta y, como mucho,
hasta la mitad del mismo. Esto es para evitar que la pintura no llegue a la
base del los pelos, allí donde empieza la parte metálica del pincel.
Tal como vamos mojando el pincel
con la pintura, esta se va depositando entre las cerdas del pincel, que es el “depósito”
de pintura con la que pintamos. Si esta pintura se seca entre las cerdas, es
sumamente difícil de eliminar, por lo que es la principal causa de deformar la
forma del pincel, separando las cerdas entre si, por lo que el pincel se
convierte en inservible. Evidentemente si esta Pero con un buen cuidado, este
pincel puede que tarde mucho en deformarse, en ser inservible, siempre que
tengamos muy en cuenta como se utiliza realmente el pincel y con un mínimo de
cuidad y mantenimiento de esta herramienta. Y uno de estos mantenimientos es
esta herramienta.
Un pincel que tiene las cerdas
separadas por pintura seca entre las cerdas, todavía puede ser recuperable, si
no ha pasado mucho tiempo, ya que se puede llegar a eliminar esta pintura por
métodos que ya explicaré en otra ocasión. Pero si la pintura se seca dentro de
la parte metálica del pincel, las cerdas se separan, al separarse, estas
aprietan de más contra el borde del metal, por lo que con la fricción del
proceso de pintado, acaban por cortarse y caer. El reparar pinceles en el que
la pintura ha entrado en la parte metálica y se ha dejado secar dentro, hace
que la recuperación de este pincel sea imposible.
Pero para no tener que llegar a
este extremo, lo mejor es que después de cada vez que utilicemos un pincel
(cambio de color, finalización de la sesión de pintado, acumularse grumos en
las cerdas,…) es no sólo recomendado, sino casi obligado, realizar un mínimo de
mantenimiento en los pinceles. A parte de limpiar a conciencia el pincel, eliminando
los restos de pintura mediante la disolución del mismo en agua (voy a seguir
hablando de acrílicas exclusivamente, ya que esta herramienta que os presento es
para este tipo de pintura), la eliminación de los restos con un soporte que no
deje pelo, polvo o partes de el mismo (yo para la limpieza de pinceles siempre
utilizo un trapo de algodón), frotando entre los dedos y el trapo, con vigor
pero con dulzura y cariño. Pero después llega el momento de eliminación total
de los microgrumos que puedan haber quedado entre los pelos (que siempre
quedan, debéis creerlo), llega el momento de utilizar un poco de desengrasante
para hacer que estos no se adhieran al pelo y salten del pincel.
Para la limpieza de los
pinceles, es no solo recomendado, sino casi obligado, el utilizar un soporte
que no deje restos, como he indicado. El papel de celulosa (no periódico), como
el papel de wáter y el papel de cocina, son perfectos y casi imprescindibles
para eliminación de pintura sobrante de los pinceles, para cuando se utilizan
diversas técnicas secas, como el pincel semiseco tan utilizado o el
conocidísimo pincel seco y poco utilizado correctamente, o para eliminar
excesos de pintura en técnicas húmedas, como en los lavados y otras. Pero para
la limpieza final, al humedecerse, siempre deja partes de ella, al deshacerse
(recordemos que estos papeles son biodegradables en demasía), por lo que estas
partes que sueltan los papeles queda entre los pelos del pincel, por lo que es
peor el remedio que la enfermedad. El papel al secarse, se endurece muchísimo,
incluso siendo micropartículas. ¿Quién no ha hecho papel maché con papel de wáter
y sin cola, y al secar es duro como él sólo? Pues en el pincel pasa exactamente
lo mismo. Y si a esto le sumamos los disolventes que llevan las pinturas (las acrílicas
poseen sus propios disolventes incorporados entre los pigmentos… Y no sigo, ya
que no tengo ganas de dar una clase de química elemental de las pinturas).
Lo dicho, lo casi único a
utilizar es la tela de algodón. Y si es al 100% algodón, mejor todavía. Yo
conozco pintores (de los de cuadros) que trabajan casi en exclusiva con
acrílicas, que compran toallas de algodón de pelo corto para estos menesteres.
El algodón no es agresivo y nos
permite limpiar con decisión un pincel, sin que se nos deshaga el soporte
limpiador entre los dedos. Pero cuidado, las telas sintéticas es una lija para
los pinceles, por o que se debe mirar siempre la etiqueta. Hace años me paseaba
por las tiendas de deporte, como Decatlón, y compraba camisetas de talla XXL,
que por un miserable euro, tenía metros y metros de algodón puro para limpiar
pinceles. Aunque mi mujer esto no llegó nunca a entenderlo: comprar camisetas
blancas para cortarlas en cuadraditos. Ahora que le he hecho entrar en el lado oscuro,
digoooo… en el precioso mundo del maquetismo (y si no ved lo que hace las cosas
para las casas de muñecas), ha sufrido en carnes lo que os digo y por fin entiende
lo de usar tela de algodón.
Si probáis la tela de algodón
para limpiar los pinceles, durante una temporada y no sólo un día, os daréis
cuenta de lo que digo y no querréis cambiarlo ya nunca más.
Pero a lo que íbamos, a la
herramienta para el mantenimiento final de pinceles.
Para hacer esta herramienta sólo
he necesitado una caja de plástico (en mi caso cerrada para guardarla después de
usar), una esponja sintética, comprada en mi suministrador oriental habitual, y
un cutter.
Lo primero que he hecho es
cortar la espuma para que encaje dentro de la caja. Con poner la caja encima de
la espuma y con el cutter cortar el sobrante, es más que suficiente. No es un
trabajo de ingeniería. Después de haber trabajado muchas veces cortando espuma,
recomiendo el cutter antes que las tijeras, ya que el corte de este último no
es recto, ni en longitud ni en profundidad.
Una vez comprobado que la espuma encaja bien en la caja,
he elegido partir en dos la
espuma.
El motivo por ello es múltiple.
En el caso de que la espuma se llene de pintura y no podamos eliminarla, o que
se desgaste con su utilización, tendré cuatro caras, y no dos, para poder
intercambiarla. Y porque si lleno de agua la espuma, conseguiremos que la de
encima siempre esté húmeda y no empapada, mientras que la de abajo es la que se
lleva todo el sobrante de agua.
Después de poner agua en la
herramienta, le toca poner el desengrasante. Para ello colocaremos simplemente lavavajillas,
a ser posible del tipo concentrado (no podemos decir marcas, como fairy, ya que
no nos pagan para ello). Y sobre todo POR FAVOR, no utilizar esas marcas tan
baratas que podemos encontrar en los suministradores orientales, ya que en
cuanto pasa menos de media hora, ha perdido el poder desengrasante y jabonoso
del producto, por lo que deberemos poner nuevamente y… poniendo continuamente
este desengrasante, estropearemos la esponja y tendremos que comprar una nueva
y a realizar de nuevo el proceso de adaptación de la misma. No seamos roñicas,
que a la larga siempre nos sale más caro y, de la misma manera que nos gastamos
dinero en pintura y en los pinceles que compramos de unos 4,- € el pincel como
poco. Lo ideal sería que nos comprásemos un juego de dos o tres pinceles de
pelo de marta de Kolinsky, que sólo el de unos 9,- € dura cinco veces más que
otros pinceles, y siempre pintas como si estrenases un pincel cada día.
Como, ¿que los pinceles que compráis
son de menos de 2,- €? “fuera de mi iglesia”.
(Ver el chiste viral de internet
para entenderlo…).
O traduciéndolo: no sigáis leyendo,
ya que el pincel de menos de 2,- €, por mucho que le hagamos un mantenimiento y
lo mimemos con esta herramienta, los pelos se caerán igualmente y se deformará
prácticamente sólo; por eso cuesta menos de 2,- €.
Con poner unas pocas gotas de jabón
desengrasante un la esponja húmeda, es más que suficiente para que tengamos un
poco de espuma, suficiente para lo que tenemos que hacer.
Recordar que aunque debamos
poner agua a la esponja de forma más seguida, sólo con frotar la esponja un
poco, el poder desengrasante jabonoso, vuelve a aparecer (menos en los
lavavajillas baratos, que como he indicado, cada media hora hay que ir poniendo,
y en el mejor de los casos, cada vez que usamos esta herramienta).
¿Cómo se usa esta herramienta?
Como ya he indicado antes, después de eliminar la pintura del pincel, o lo que
creemos que hemos hecho, pasamos el pincel por la esponja, haciéndolo girar
sobre sí mismo, mientras lo desplazamos a favor del pelo.
Una vez pasado sobre la esponja
un par de veces, se secará el pincel suavemente en un trapo de algodón. Si esta
operación no se ha realizado nunca con el pincel, (y no me refiero a pincel
nuevo), con que el proceso de desengrasado lo hagamos 6 ó 8 veces es más que
suficiente. Después, con que lo hagamos 1 vez por cada cambio de color y unas 2
ó 3 veces al finalizar completamente la utilización del pincel, es más que
suficiente.
Al volver a utilizar el pincel,
si no nos fiamos de que el jabón ha desaparecido del pelo del pincel, con agitar
el pincel en un recipiente de agua limpia, es más que suficiente para eliminar
todo rastro del desengrasante.
Y al final, se guarda como toda
herramienta, para no estorbar a otros procesos que se realicen.
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